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Ceferino Pardo


lunes, 19 de octubre de 2015

Tallo Verde Perro Verde



¡Es emocionante ser parte, aunque sea como espectador! Un abrir y cerrar de ojos, y nada es como era. Sabemos que todo está hecho, pero igual insistimos. Un gran show en el cielo, con voces que nos susurran al oído imágenes que podemos ver. Desfilan los perros verdes con cuellos de jirafa, luchan los leones sin dientes por una siesta de flores secas, los gallos que te sorprenden al dormir, y un mar de sal, mucha sal. Los chicos lloran y los payasos se ríen.

El sábado por la noche Tallo Verde se presentó en el salón de la Biblioteca Sarmiento para unas 500 personas o mas, tal vez muchas mas. Incontables cabecitas calesitas hicieron de un lugar frio y vacío un útero para los sentidos. Un recreo en la rutina intolerable que nos exaspera, ausente de creatividad y de rebeldía, que solo genera dolores de panza y urticaria. Contra todos esos males está Tallo Verde. 

Silvestre Doladé (guitarra, concepto y voz) pensó y parió a Tallo Verde hace un año y medio, y  Seba Ajargo (bajo, voz, coros), Agustín Alvarado (guitarra rabiosa), Pato García (batería) y Gustavo Sabatini (teclas, voz, coros) fueron los que lo ayudaron a darle identidad y buena vida al proyecto. Desde el primer show cuidaron aspectos de la música que muchos artistas dejan pasar por alto, y ahí ya marcaron la diferencia. Sumado a eso, ideas, conceptos, estéticas. ¡Así si! Y mejor aún cuando editaron su primer disco. Un mundo animal, lleno de imágenes cotidianas y pueblerinas tan características en la lírica de Silvestre. Las melodías te atrapan y gustan, un poco mas cada vez. Da ganas de volver a escuchar el disco, y por fin te encontrás cantándolo.  


Llegar al show del sábado con un disco recontra disfrutado generó muchas expectativas. Y por eso 150 personas se hicieron 500 o 1000, y por eso la Biblioteca Sarmiento fue el Obras de los 80´. Y no me molestó que la puesta en escena partiera fríamente a la banda en 2, ni siquiera el alto volumen del sonido. Tallo estaba rockeando en vivo el disco que tanto me había gustado, el disco que tal vez mas he escuchado de las producciones locales.


Tallo Verde tardó mas de lo común en transpirar el almidón petrificante de la escena. Esa presión de saber que era una fecha especial,  muy  esperada por ellos y también por  nosotros, tal vez jugó un poco en contra. A lo largo de la noche pasaron por el escenario músicos invitados que legitimaron el nivel musical de Tallo Verde: Matías Elcuaz  se encargó felizmente de la percusión durante casi todo el show, Amalia Nickel  y su acordeón a piano endulzaron un par de canciones, y Pablo Mariani rockeó con su saxo y deleitó a todos con su logrado arreglo en “El Río”. Una coreografía casi psicodélica, extirpada del Woodstock del 69, se apoderó de “Perros Verdes”, en el que Camila Chalde y Melisa Lazarte danzaron, entre músicos y cables, su libre albedrío. 


Reconforta el espíritu la existencia de un espectáculo como el que propuso Tallo Verde, donde sobresalió el respeto de los artistas para con el público presente. Notable producción de un show pensado y procesado, por varios meses y por muchos cerebros creativos. Nada quedó librado al azar y eso me gusta: desde el vestuario de los músicos hasta la entrada coleccionable, pasando por la escenografía conceptual y la música en espera. Todo fue un guiño cómplice “valorizador” de los músicos a los espectadores. Viva el arte, gritaron los libros de al lado en sus sueños forzados. De este lado hubo sonrisas.    


Algunos datos artístico-técnicos:

Escenografía: Jazmin Chalde y Facundo Gutierrez
Sonido y  luces: Ruidos Sound – Claudio Bocanegra
Operador de sonido: Diego Buzzi
Asistente de escenario: Dario Hiriart
Música en espera: Armando Damiano


Textos y Fotos: Ceferino Pardo












2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buena nota

Pata de Ñandú dijo...

Qué loco releer esta nota. Ni me acordaba la garra que le ponía al rock tresarroyense. Escribi y fotografié mucho. Me alegra haberlo hecho.